Coco Chanel nació en la pobreza el 19 de agosto de 1883, en la Casa de Caridad en Saumur, Francia. Su acta de nacimiento revelaba que era hija ilegítima de la pareja que formaban Albert Chanel y Jeanne Devolle. Una monja le puso el nombre de Gabrielle.
-En hebreo significa fuerza y poder, y asegura a las mujeres que lo lleven un brillo duradero -le dijeron en esa época.
Gabrielle fue la segunda de cinco hermanos. Su madre sentía una pasión irrefrenable por su padre, un vendedor ambulante, mujeriego e irresponsable.
Albert y Jeanne se casaron varios años después del nacimiento de Gabrielle, y él trataba a su esposa con brutalidad, la hacía trabajar al máximo a pesar de que ella padecía de asma y se ahogaba. El 16 febrero de 1895, la hallaron muerta. Jeanne tenía 33 años.
Albert internó a Julia, a Gabrielle y a Antoinette en el orfanato romano de Aubazine. Sus hermanos Alphonse y Lucien corrieron peor suerte al ser entregados a una cruel familia campesina.
Albert Chanel nunca más volvió a ver a sus hijos. Su abandono hirió a Gabrielle.
-Durante mi infancia solo ansié ser amada. Todos los días pensaba en cómo quitarme la vida, aunque, en el fondo, ya estaba muerta. Solo el orgullo me salvó -dijo.
En el orfanato, Gabrielle aprendió a coser, a bordar a mano y a planchar impecablemente. A los 18 años la trasladaron a Notre Dame, un internado religioso donde estuvo hasta los 21 años de edad.
Gabrielle comenzó a trabajar como costurera y aprendió a hacer sombreros.
Cuando la invitaron a un café-concierto, quedó tan impresionada que quiso dedicarse al canto. En el café La Rotonde, de Moulins, una comuna de Francia, consiguió un contrato. Aunque no cantaba bien y su repertorio se limitaba a dos canciones, tuvo gran aceptación interpretando el sonsonete ¿Quién ha visto a Coco en el Trocadero?
De eso surgió su sobrenombre Coco, que adoptó para siempre, porque antepuesto a su apellido Chanel le sonaba bien.
Fue el playboy Etienne Balsan, un joven adinerado, quien despertó sus primeras ilusiones románticas. El la invitó a Royallieu, su castillo del siglo XIII, a pesar de que allí vivía con su amante oficial, la cortesana Emilienne d?Alenne.
En Royallieu, Coco conoció el lujo, los sirvientes, la buena mesa, los salones, las bromas y las fiestas. Etienne le enseñó equitación, a portarse como una dama, y la impulsó a expresarse con sus invitados.
Coco diseñó y encargó un pantalón al sastre del pueblo. Ella no temía ser original e innovadora. Los vestidos y recargados sombreros de la Belle Epoque no iban con su estilo. Llevaba faldas largas rectas con blusones hasta la cadera y se cubría la cabeza con un simple sombrero de ala ancha.
Emilienne abandonó a Etienne y él decidió mostrar a Coco en público: -Iremos a París -le dijo.
Coco quedó atrapada en la magia de la ciudad luz y le entraron ganas de desarrollar el talento de diseñadora que latía en su interior. Como pasatiempo, había hecho sombreros para sus amigas en Royallieu; eran modelos sencillos, pero llenos de gracia.
Por esa época, fue de visita a Royallieu Arthur Capel, a quien apodaban Boy, un socialite inglés amigo de Etienne, famoso jugador de polo, del cual se decía que era hijo ilegítimo de un banquero israelita-francés. Joven, guapo, elegante, culto y emprendedor, Boy manejaba con éxito un negocio en las minas de carbón de Newcastle y era recibido en los más altos círculos financieros de Londres y París.
Coco y Boy sintieron una atracción mutua. Una noche, Coco habló de la necesidad de conseguir un préstamo para montar un pequeño atelier en París.
-Estás loca. Esos sombreritos que haces para tus amigas no sirven para nada -la menospreció Etienne.
-A mí, en cambio, me parece que Gabrielle tiene talento. ¿Por qué no explotarlo? -respondió Boy.
Etienne, pretendiendo ayudarla, le prestó la planta baja de su piso de soltero en París. De inmediato, Coco se mudó y comenzó su negocio de sombreros. Le fue tan bien, que en 1910, financiada por Boy, abrió su primera Mansión Chanel, que haría historia, en el 21 de la rue Cambon.
-Estoy enamorado de Coco y ella me corresponde -le dijo Boy a Etienne.
Etienne se disgustó, pero al final lo entendió. Coco era intensamente feliz con Boy. En la calle Gabriel tenían su nidito de amor. Con Boy, Coco comenzó a frecuentar círculos más distinguidos y sus sombreros empezaron a ser solicitados por la nobleza, las damas de sociedad y las artistas.
En 1913, Coco abrió una casa de modas en el exclusivo balneario de Deauville, centro de la aristocracia de la época. Esta vez se atrevió a incluir ropa femenina completamente innovadora, modelos sencillos y funcionales, y eliminó los asfixiantes corsés de la Belle Epoque. Su estilo fue todo un triunfo y sus ganancias se triplicaron.
Un día, con un brillo inusitado en los ojos, le anunció a Boy: -¡Estoy esperando un hijo tuyo! ¡No puedo ser más feliz!
Pero se le presentó un aborto espontáneo. La urgente intervención del cirujano le salvó la vida, pero Coco Chanel quedó estéril para siempre.
Su hermana Julia era madre soltera y murió dejando un hijo huérfano.
La Primera Guerra Mundial estalló, pero a Coco y a Boy no les fue mal en sus respetivos negocios. En julio de 1915, Coco abrió en Biarritz una casa de moda a donde acudió el gran mundo español.
En 1916, fue la pionera en introducir en el vestir femenino telas cómodas como el jersey, pero con estilo.
En París se hizo íntima amiga de la rusa Misia, la dama de la cultura y las artes, quien vivía rodeada de bailarines, pintores, escultores, poetas y escritores. Misia la introdujo en ese mundo y Coco conoció a verdaderos genios del siglo.
El nombre real de Misia era María Sophie Olga Godebska Natanson Edwards, hija del escultor Ciprien Godebski.
-Mi mayor anhelo es que Boy se case conmigo -le confesó Coco.
Pero Boy, después de ocho años de relación, cada vez pasaba menos tiempo con ella, y un día de golpe le dijo: -Estoy comprometido con lady Diana Wyndham, la joven hija de lord Ribblesdale. Este otoño nos vamos a casar en Escocia.
El mundo de Chanel se derrumbó. La ruptura con Boy se produjo en el momento de mayor auge de su creatividad. Coco estaba diseñando con gran éxito pantalones de satén blanco para sus clientas, que se hicieron muy populares. La guerra llegó a su fin y surgieron los primeros brotes de la liberación femenina. El estilo simple y elegante de Chanel se imponía desde New York hasta Buenos Aires. Coco compró La Milanaise, una villa situada en los alrededores de París, y en un acto de venganza se cortó a lo garçon(muchacho) su larga y hermosa cabellera azabache que siempre le había gustado a Boy.
Las mujeres enseguida la imitaron.
Boy se aburría soberanamente al lado de su esposa y fue a buscar a Coco.
-Lo único que me importa es que estás aquí. ¡Te amo muchísimo! -le dijo Coco y se reconciliaron.
Su negocio había prosperado tanto, que Coco decidió abandonar el local número 21 de la rue Cambon para ampliarlo y se trasladó al número 31 de la misma calle, dando el salto de modista a couturière.
Chanel se compró un Rolls-Royce azul oscuro que ordenó tapizar en negro y lanzó la moda de los coches oscuros, que tuvo muchos seguidores.
Coco diseñó el vestido más maravilloso que pudiera soñar una novia para su hermana Antoinette, pero esta fue desgraciada en su matrimonio y se quitó la vida. Su suicidio obsesionó a Coco, quien desterró para siempre de sus colecciones los vestidos de novia.
-¡Traen mala suerte! No volveré a provocar al destino -dijo.
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